Lo que tienen en común un obstáculo, un oráculo, y un hábito: ridículo.
Ridículo.
Viene del latín ridiculus y este del verbo ridere (reír) junto al sufijo instrumental -culum, este sufijo lo encontramos también en obstáculo, oráculo y vínculo. El participio de ridere es risus y de ahí tenemos la palabras risa y sonrisa.
Obstáculo, oráculo y vínculo tienen en común el mucho más que el sufijo. Nos hablan de yo + algo.
Lo que realmente tienen en común es la cualidad de poder conocerme a través de ellos.
Sé quién soy aquí y ahora a través de cómo vivo el obstáculo, lo que siento al recibir la respuesta del oráculo y entrar en mi más profunda intimidad a través del vínculo.
No es el obstáculo, el oráculo, ni el vínculo en particular. Es la posibilidad de ver la respuesta que generan en mí.
Ahí si salgo de la rueda, puedo elegir conscientemente, como si se tratara de un sueño lúcido. Despertar a mis automatismos.
Es lo que se le llama ser responsable: tener la capacidad de dar respuesta.
Descubrí hace no mucho que me resulta placentero en extremo ser ridículamente responsable.
No busco dar grandes pasos. Busco dar pasos tan ridículos, tan diminutos, que no me entere de lo enormes que son.
Beso en la mejilla de mi sistema nervioso.
Los ángeles tocan la guitarra y me gritan desde el Cielo “¡ole la niña!”.
Caigo en cuenta. Sí. El día en que me hago mujer no llega.
Pero llevo años siendo una niña que supera cada reto de la forma más ridícula.
Y así, los éxitos llegan, ridículamente pronto.
Cualquier día me encuentro ridículamente vieja.
Seamos ridículos. Y ridiculicemos el vértigo que nos producen los deseos y los sueños cuando nacen en lo más hondo de nuestro ser.
La ridiculez de entrenar por un minuto me llevó a mover mi cuerpo más de una hora y media al día.
La ridiculez de ser sincera una vez, me llevó a tejer las mejores relaciones de mi Vida.
La ridiculez de escribir una frase al día me llevó a publicar un libro y tener tres escritos.
La ridiculez de amar solo un día mi cuerpo sin criticarlo ni una sola vez me llevó a un siguiente nivel de confianza y presencia.
La ridiculez de sentirme capaz de invertir sabiamente 1 euro me llevó a mover todas mis finanzas desde la paz.
La ridiculez de limpiar un vaso me lleva a limpiar toda la vajilla tras la fiesta de anoche.
Ridículo viene de ridere, risa.
Sí, resulta irrisorio darnos cuenta de que difícil solo significa que aún no lo he caminado, y que fácil solo significa que sé cómo lo hice.
Somos niñas y niños jugando a la Vida. Permitámonos ser ridículos.
Permitámonos reír mientras que nos experimentamos en cuerpo y alma el proceso. Deja de pelearte contigo por no hacer 1000 de algo. Amix, no te permites hacer 1 de eso, ¿cómo va a llegar el 1000?
Dale, te animo,
Respira hondo y…
¿Con la facilidad de qué te vas a reír esta vez?
Te sostengo más allá del espacio·tiempo.
Con amor, Rosa.
PD: Como siempre playlist y te pongo al día de lo que hay.
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