El peor día es el mejor día.
Son las 19:44 del 2 de junio. Ha sido intenso este Mayo. Wow. Muy intenso.
Antes cuando vivía una intensidad de este tipo frenaba en seco. Echaba la persiana y desaparecía.
Huía hacia adentro.
Me decía ¿Cómo voy a dar mis sesiones sintiéndome así? Una coach no puede trabajar así. No puedo sostener a nadie si no puedo sostener mis propias emociones.
¿Cómo voy a vender así? El dinero no llega a las tristes.
¿Cómo voy a seguir adelante si esto me ha roto? Lloraba, mientras caminaba hacia adelante. Pero con miedo.
¿Y si tuviera más responsabilidades? ¿Cómo lo haría entonces? No puedo asumir más responsabilidad, ¿y si vuelve a pasar algo como esto?
¿Cuánto voy a tardar en superar esto? ¿No podré vender y dar mis llamadas hasta entonces? ¿Y qué hago con mi creatividad? Se paró de golpe.
Todo esto se movía en mi mente en todas las direcciones.
Hasta que un día me di cuenta: El peor día es el mejor día.
El peor día es el día que más vacío se siente, y en el vacío puedes verte. Desnuda. Sin música. Sin fiestas. Sin gente celebrándote. Sin validación externa. Wow. Esta soy yo cuando no hay nada. Así se siente la vida sin nada.
En ese espejo frío y duro puedes ver la verdad de tus cimientos. Lo segura que estás en ti misma. Tus códigos internos desde los que operas a diario en silencio.
El peor día es el mejor día. Es el día que te muestra dónde estás realmente.
El peor día es el mejor día cuando sabes usarlo a favor. Cuando dejas de necesitar la euforia para manifestar y ser magnética y sabes usar la tristeza de imán para tus deseos tanto como tu alegría.
El peor día es el mejor día cuando te das cuenta de que no es un paso atrás sino que forma parte del camino hacia delante. Y reconoces que forma parte del salto cuántico por el que tanto rezabas.
El peor día es el mejor día cuando dejas de evitar que se caiga todo, y reconoces que esto es la ventolera que vino a sacar lo que sobraba de tu vida, y a refrescarte con el beso del oxígeno nuevo.
El peor día es el mejor día cuando puedes reconocer que lo que vino a despertar este despertador cósmico del kairós de Dios no fue tu orgullo, sino tu consciencia.
Toma la lección suelta el peso del suceso.
No tienes que tomar la enseñanza a lo pesado. Damos gracias y reconocemos: esto vino a liberarme. Nunca nada llega a mí como castigo. Todo actualiza mis células para habitar mi mejor realidad.
Entonces el peor día es el mejor día, porque te abre. Te abre el corazón y descubres el chorrazo de amor con el que naciste. La fuente que brota imparable en el centro de tu pecho.
Entonces el peor día se vuelve el mejor día cuando reconoces que ya no vas huyendo de lo aparentemente incómodo, sino que eres capaz de ver la puerta que te trae, y la abres, y que entre el caos. El caos ordenador de realidades.
El peor día, es el mejor día, cuando te das cuenta que no era vacío lo que traía.
Sino espacio.
Y el espacio, siempre siempre siempre: ES LIBERTAD.
En ese instante puedes ver con claridad a tres tiempos, pasado, presente y futuro convergen aquí y ahora y reconoces que esta horripilancia que despierta deseos evitativos no es más que parte del camino del proceso que anda usted caminando.
Y entonces, dejas de esconderte, reconoces que la creatividad nunca se paró, que siempre puedes seguir ofreciendo, y que probablemente detrás de esto haya más ventas de las que has tenido hasta ahora. Te das cuenta de que ya no eres la que tiene miedo a que algo la rompa, sino que cada rotura es una bendita grieta por la que se cuela la luz, la belleza, la riqueza y la vida.
Maduras cuando reconoces, que todo trae oro a tu vida, y que no existe el peor día, sino el mejor día.
El mejor día para forjar carácter.
Y la gran diferencia es si accionas desde evitar el peor día o desde el deseo de reconocer qué quieres que pase de aquí hacia delante, con la mirada de los tres tiempos.
Todo esto requiere sin duda, tener el código de la felicidad bien despierto en lo más hondo de una. Porque si no el suelo deja de ser firme, y se vuelve arena movediza.
Pero la que tiene unos cimientos como los nuestros, despiertos en los códigos de la felicidad, sabe que da igual lo firme o lo derruido que se muestre el suelo: nuestros cimientos son voladores y nos permiten caminar más allá de lo posible.
El peor día es el mejor día cuando sabes volar con el alma, la mente y el cuerpo.
Nos vemos en código:felicidad.
Si quieres saber más, contesta a este mail.
11 días para reescribir tu capacidad de vivir el peor día.
Y más que nunca: el mejor.
Con amor, y escuchando mucha Shakira,
Rose.